Historia Alternativa
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Introducción[]

El territorio de Ecuador[]

En la década de 1820, el territorio de lo que actualmente conocemos en NLT como República del Ecuador constituía el Departamento del Sur en la Gran Colombia. En 1830 se separa de la confederación y pasa a llamarse Ecuador, con Juan José Flores como su primer Presidente; y a partir de ese momento nace a la vida soberana e independiente que conocemos hoy.


La Marquesa de Solanda y Villarocha[]

En 1822, fecha en que los ejércitos libertadores consolidan la independencia del Ecuador, la joven Mariana Carcelén de Guevara contaba con 17 años de edad. Su padre, Felipe Carcelén de Guevara y Sánchez de Orellana, no solo poseía los títulos de Marqués de Solanda y Villarocha, sino que era el dueño de la fortuna más importante del país, además de un gran peso en las altas esferas políticas.

Heredera de los titulos nobiliarios, así como de la inmensa fortuna de su padre, que fallece el 8 de agosto de 1823, Mariana se convierte en la mujer más rica del país y por ende en el blanco de cientos de caballeros que la pretendían. Finalmente, en un golpe de astucia planeado por su madre, Teresa de Larrea y Jijón, la joven Marquesa se comprometería en matrimonio con uno de los hombres más influyentes del continente: Antonio José de Sucre.


El mariscal Antonio José de Sucre[]

Una vez consolidada la independencia de Ecuador con la Batalla de Pichincha (1822), el mariscal Antonio José de Sucre, héroe independentista latinoamericano y uno de los soldados más allegados de Simón Bolívar, conoce a la joven Mariana Carcelén de Guvara; con quien se desposó por poderes el 28 de abril de 1828, mientras ejercía la presidencia de Bolivia.

Sucre llegó a vivir en la ciudad de Quito el 30 de septiembre de ese mismo año, instalándose en la llamada Casa Azul, que previamente había adecuado a su gusto personal mediante varios planos enviados desde Bolivia. Diez meses después de iniciar su vida marital, en julio de 1829, nacería Teresa de Sucre y Carcelén, la única hija de la pareja.

Sucre viajaría a Bogotá en 1830 para asistir al Congreso que intentaría fallidamente evitar la disolución de la Gran Colombia; de regreso a Quito es asesinado el 4 de junio en la zona montañosa de Berruecos (Colombia), poniendo fin al hipotético sucesor de Bolívar en caso de que la Gran Colombia hubiese logrado sobrevivir a su desmembramiento. De hecho, siempre ha existido la teoría de que fue el mismo Flores quien perpetró el asesinato del mariscal Sucre debido a la simpatía que le tenía el pueblo quiteño y la posibilidad de que éste, al radicarse en Quito con su esposa y su hija, podría convertirse en el primer presidente del Ecuador (como ya había hecho anteriormente en Perú y Bolivia), cargo que finalmente terminaría ocupando Flores.


Punto de Divergencia (PDD)[]

Algunos autores sugieren que el general Juan José Flores no era la primera opción para gobernar la nueva nación ecuatoriana, ni que la República era el único sistema que se barajaba como modelo de gobierno. Esta historia alternativa cuenta qué pudo haber sucedido si en lugar de Flores, hubiese gobernado Antonio José de Sucre (como se tenía planeado tras su regreso a la ciudad de Quito), y si en lugar de una República, el país hubiera optado por una monarquía, que era una de las opciones que se consideraban.

El PDD de la historia real es el año 1830, cuando asesinan al mariscal Sucre en las montañas de Berruecos (actual Colombia), y desde allí se redacta una historia ucrónica en la que el país le ofrece el mando, primero como Administrador transitorio tras la destitución del general Flores de la presidencia, y después como Emperador del país.


Para tomar en cuenta[]

En la actualidad, al analizar la monarquía como sistema de gobierno en las nóveles naciones latinoamericanas que surgían tras el proceso independentista de mediados del siglo XIX, se comete el error de mirarlo desde una perspectiva totalmente contemporánea y acostumbrada 100% al sistema republicano.

Sin embargo, la monarquía no era una propuesta descabellada en lo absoluto, mucho menos que contase con una marcada oposición; ejemplos de ello son las monarquías que se establecieron en México y Brasil tras la independencia (el segundo incluso contó con un gran éxito en los campos económico y social). Tampoco era una figura distante de las mentes de los próceres latinoamericanos, que lo que buscaban era la independencia del lejano poder de la metrópoli española, no de un sistema en sí mismo; ejemplos de ello podemos encontrar en las Juntas de Gobierno establecidas por toda Latinoamérica tras la invasión napoleónica a la península ibérica, así como la propuesta formal del general San Martín de establecer una monarquía sudamericana con cabeza en un príncipe Inca.

Para entender esta historia alternativa es necesario que nos despojemos de los prejuicios de la monarquía absolutista, y miremos a lo que se ha logrado en naciones como los Países Bajos, Suecia y Bélgica, donde este sistema convive en perfecta armonía con la democracia, creando altos estándares de vida y exitosos modelos económicos y políticos.


Véase también[]

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