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Parte de la Crisis de 1640.

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Comandantes

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Fuerzas

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Bajas

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Fue la crisis política más grave ocurrida en la Monarquía Hispánica desde su creación y fue el detonante de la futura destrucción del país. Tuvo lugar durante el reinado de Felipe IV de España y entre sus causas principales se encuentra el proyecto de Unión de Armas propuesto por su poderoso valido el Conde-Duque de Olivares.

Causas[]

En 1580 la Monarquía Hispánica, nacida con los Reyes Católicos en 1479, había incorporado al Reino de Portugal, con lo que toda Iberia había quedado bajo la soberanía de un único monarca, Felipe II. En cuanto a su estructura interna la Monarquía Hispánica era una monarquía compuesta en la que los "Reinos, Estados y Señoríos" que la integraban estaban unidos según la fórmula "aeque principaliter", bajo la cual los reinos constituyentes continuaban después de su unión siendo tratados como entidades distintas, de modo que conservaban sus propias leyes, fueros y privilegios, lo que implicaba que el Rey Católico no tenía los mismos poderes en sus Estados. Así, mientras en la Corona de Castilla gozaba de una amplia libertad de acción, en los estados de la Corona de Aragón y en Portugal su autoridad estaba considerablemente limitada por las leyes e instituciones de cada uno de ellos. Esto explica que Castilla soportara la mayor carga de los gastos de la Monarquía, pero que también gozara del beneficio de constituir el núcleo central de la misma y que quedara adscrita a su Corona el Imperio de las Indias.

Decadencia de Castilla[]

A principios del siglo XVII, la situación de Castilla (que había sido hasta entonces de donde habían salido tanto la soldadesca española como los impuestos que Carlos I y Felipe II usaron para mantener su hegemonía en Europa) ya no era la misma que la del siglo anterior; Castilla se hallaba exhausta, arruinada, agobiada después de un siglo de guerras casi continuas. Su población había mermado en proporción alarmante; su economía se venía abajo; las flotas de Indias que llevaban la plata a España llegaban muchas veces tarde, y cuando llegaban las remesas tampoco eran las de antes. En comparación con Castilla, las Coronas de Aragón y Portugal habían conservado su autonomía interna, protegida por sus fueros y leyes, que limitaban el poder del rey.

La difícil situación de Castilla y la caída de las remesas de metales preciosos de las Indias tuvo una repercusión inmediata en los ingresos de la Hacienda Real. La crisis se agravó aun más en 1621, cuando finalizó la Tregua de los Doce Años que daba comienzo a la Guerra de los Ochenta Años de nuevo. Esa compleja situación es la que tuvieron que afrontar el nuevo Rey Felipe IV y su valido el Conde-duque de Olivares.

Los Proyectos de Olivares[]

El proyecto de Olivares buscaba cambiar las políticas de la Monarquía Hispánica, y estaba resumido en su aforismo "Multa regna, sed una lex", «Muchos reinos, pero una ley», que era sin duda la Ley de Castilla (donde el poder del rey era más efectivo que en cualquier "provincia" que mantuviese sus tradicionales "libertades") lo que implicaba modificar el modelo político de monarquía compuesta de los Austrias en el sentido de uniformizar las leyes e instituciones de sus reinos. Esta política fue plasmada en el famoso memorial secreto preparado por Olivares para Felipe IV, fechado el 25 de diciembre de 1624.

Conde-duque de Olivares

El Conde-duque de Olivares

Como este proyecto requería tiempo y las necesidades de la Hacienda eran acuciantes, el Conde-Duque presentó oficialmente en 1626 un proyecto menos ambicioso pero igualmente innovador, la Unión de Armas, según el cual todos los "Reinos, Estados y Señoríos" de la Monarquía Hispánica contribuirían en hombres y en dinero a su defensa, en proporción a su población y a su riqueza. Así la Corona de Castilla y su Imperio de las Indias aportarían 44.000 soldados; el Principado de Cataluña, el Reino de Portugal y el Reino de Nápoles, 16.000 cada uno; los Países Bajos del Sur, 12.000; el Reino de Aragón, 10.000; y el Reino de Valencia y el Reino de Sicilia, 6.000 cada uno, hasta totalizar un ejército de 132.000 hombres. El Conde-Duque pretendía hacer frente así a las obligaciones militares que la Monarquía de la Casa de Austria había contraído. Sin embargo, el Conde-duque era consciente de la dificultad del proyecto ya que tendría que conseguir la aceptación del mismo par las instituciones propias de cada Estado.

Mientras en la corte de Madrid la Unión de Armas fue recibida con granes elogios, en los estados no castellanos ocurrió exactamente lo contrario, conscientes de que si se aprobaba tendrían que contribuir regularmente con tropas y dinero, y de que supondría una violación de sus fueros. La oposición de los estados no castellanos a la Unión de Armas se debió, en primer lugar, a que el cambio que se proponía era demasiado fuerte como para ser aceptado sin resistencia por unos reinos y señoríos que habían disfrutado desde siglo y medio de una autonomía casi total; y, en segundo lugar, porque el propósito de crear un nación unida y solidaria venía demasiado tarde: se proponía a las provincias no castellanas participar en una política que estaba hundiendo a Castilla.

Para la aprobación de la Unión de Armas el rey Felipe IV convocó para principios de 1626 a las Cortes del Reino de Aragón, las Cortes del Reino de Valencia y las Cortes Generales de Cataluña. En las del Reino de Valencia Olivares tuvo que cambiar sus planes y aceptar un subsidio, que las Cortes concedieron de mala gana, de un millón de ducados que serviría para mantener a 1.000 soldados; de las Cortes del Reino de Aragón obtuvo dos mil voluntarios durante quince años, o los 144.000 ducados anuales con los que se pagaría esa cantidad de hombres; y en cuanto a las del Principado de Cataluña no se consiguió vencer la oposición de los tres estamentos y como las sesiones se alargaban sin que se llegara a tratar la Unión de Armas, el rey Felipe IV abandonó precipitadamente Barcelona el 4 de mayo de 1626 sin clausurarlas.

El Estallido de la Crisis[]

La Independencia de Portugal[]

La independencia de Portugal frente a la Monarquía Hispánica se produjo el 1 de diciembre de 1640 mediante la entronización de Juan IV de Portugal de la Casa de Braganza, nueva dinastía reinante en el Reino de Portugal en detrimento de la Casa de Austria. La elección de Juan IV como Rey de Portugal provocó que Felipe IV de España declarase la guerra al nuevo monarca luso provocando la Guerra de Restauración Portuguesa.

Prendimiento de Margarita de Saboya

Prendimiento de la Virreina Margarita de Saboya

El levantamiento de 1640 fue planeado en Lisboa por los hidalgos D. Antão de Almada, D. Miguel de Almeida y por el Dr. João Pinto Ribeiro, y otros 40 hombres de la nobleza, el clero y militares, para considerar los males de que sufría entonces Portugal. El objetivo era la destitución de los Habsburgo y proclamar un rey portugués. Finalmente se llegó a la conclusión de la necesidad de realizar una revolución, resolviendo enviar a Vila Viçosa a un emisario, encargado de consultar al Duque de Braganza sobre la posibilidad de aceptar el trono.

El sábado 1 de diciembre de 1640 ingresaron al Paço da Ribeira, situado en la Praça do Comércio, Lisboa, sorprendiendo al Secretario de Estado, Miguel de Vasconcelos, que se ocultó sin éxito en un armario, para ser posteriormente descubierto, asesinado y defenestrado por la fachada del Palacio Real. Tras estos acontecimientos la Virreina de Portugal, Margarita de Saboya, duquesa de Mântua, intentó, en vano, calmar los ánimos del pueblo, amotinado en el Terreiro do Paço. Aislada y sin apoyo local, permaneció encerrada en sus aposentos, e incapaz de reconducir a los revoltosos a la obediencia del Rey de España, su poder colapsó. Posteriormente fue encerrada en el Convento de Santos-o-Novo.

Juan IV de Portugal

Juan IV de Portugal

Inmediatamente después de asumir el trono portugués, Juan IV tomó varias medidas para fortalecer su posición. El 2 de diciembre se dirigía como soberano por cédula real fechada de Vila Viçosa a la Cámara de Évora. El camino a seguir fue la reorganización de todas las fuerzas para la acometida que se preveía. Por lo tanto, el 11 de diciembre decidió crear el Consejo Supremo de Guerra para promover en todo lo relacionado con el ejército. Posteriormente creó la Junta de Fronteras que se hizo cargo de las fortalezas fronterizas, la defensa de Lisboa, las guarniciones y los puertos marítimos.

Un año después, en diciembre de 1641, creó un arrendamiento para asegurar que todas las fortalezas del país serían mejoradas y que las mejoras serán financiados con los impuestos regionales. Posteriormente restableció las leyes militares de Sebastián I de Portugal, con el fin de reorganizar el ejército.

Para el cumplimiento de los intereses comunes de la política extranjera de Portugal y Francia, una alianza entre los dos países fue firmada en París el 1 de junio de 1641. Por otra parte, en el momento del Levantamiento de Lisboa del 1 de diciembre de 1640, los portugueses habían estado en guerra con los neerlandeses durante casi cuarenta años. Una buena parte de los conflictos se puede atribuir al hecho de que España y la República de los Siete Países Bajos Unidos se encontraban librando simultáneamente la Guerra de los Ochenta Años.

La Guerra Luso-neerlandesa fue combatida casi enteramente en ultramar, contra la Compañía Neerlandesa de las Indias Orientales y la Compañía Neerlandesa de las Indias Occidentales, que en varias ocasiones atacaron las posesiones coloniales portuguesas en América, África, India y el Lejano Oriente. Portugal se encontraba en una postura defensiva en todas partes, y recibió muy poca ayuda militar de España frente a los neerlandeses.

La Sublevación de Cataluña[]

La Sublevación de Cataluña, fue un alzamiento militar realizado por la Diputación del General del Principado de Cataluña y las propias gentes de la región en contra del gobierno castellano y la Unión de Armas. Ocurrió el 4 de Septiembre de 1641, cuando el Conde-duque de Olivares obligó al gobierno catalán para el aporte de al menos 6.000 hombres a la guerra contra Francia, que se había declarado días después de que los lusos firmasen su alianza con los franceses. Con el envío de unos 40.000 hombres para atacar a Francia por territorio catalán, comienzan a surgir conflictos entre el ejército real y la población local a propósito del alojamiento y manutención de las tropas. Se extienden las quejas sobre su comportamiento, culminando con el saqueo de Palafrugell por el ejército estacionado allí, lo que desencadena las protestas de la Diputació del General y del Consell de Cent de Barcelona ante Olivares.

Los enfrentamientos entre campesinos y soldados menudean hasta que se produce una insurrección general en la región de Gerona que pronto se extiende a la mayor parte del Principado. Estalla el 4 de Septiembre la rebelión. "Los insurrectos se ensañan contra los funcionarios reales y los castellanos; el propio virrey procura salvar la vida huyendo, pero ya es tarde. Muere asesinado. Los rebeldes son dueños de Barcelona".

Josep Soler, al frente de la Generalidad de Cataluña impulsó poner el territorio catalán bajo la protección y soberanía francesa. Pero la revuelta también escapa a este primer y efímero control de la oligarquía catalana. La sublevación derivó en una revuelta de empobrecidos campesinos contra la nobleza y ricos de las ciudades que también fueron atacados. La oligarquía catalana se encontró en medio de una auténtica revolución social entre la autoridad del rey y el radicalismo de sus súbditos más pobres.

Conscientes de su incapacidad de reducir la revuelta y sus limitaciones para dirigir un estado independiente, los gobernantes catalanes se aliaron con el enemigo de Felipe IV: Luis XIII. Richelieu no perdió una oportunidad tan buena para debilitar a la corona española. Olivares comienza a preparar un ejército para recuperar Cataluña con grandes dificultades en 1642 y, en Septiembre, la Diputación catalana pide a Francia apoyo militar.

Batalla de Montjuïc de 1641

Batalla de Montjuïc

En Octubre de 1642 se permitió a los navíos franceses usar los puertos catalanes y Cataluña accedió a pagar un ejército francés inicial de tres mil hombres que Francia enviaría al condado. En Noviembre, un ejército de unos 20.000 soldados recuperó Tortosa para Felipe IV, en su camino hacia Barcelona; dicho ejército provocó sobre los prisioneros unos abusos que determinaron a los catalanes a oponer una mayor resistencia. Cuando el ejército del Marqués de los Vélez se acercaba a Barcelona, estalló una revuelta popular el 24 de diciembre, con una intensidad superior a la del inicio del alzamiento. Días después, el 26 de enero, un ejército franco-catalán defendió Barcelona con éxito. El ejército de Felipe IV se retiró y no volvería por la superioridad rebelde.

Cataluña se encontró siendo el campo de batalla de la guerra entre Francia y España e, irónicamente, los catalanes padecieron la situación que durante tantas décadas habían intentado evitar: Sufragar el pago de un ejército y ceder parcialmente su administración a un poder extranjero, en este caso el francés. La política francesa respecto a Cataluña estaba dominada por la táctica militar y el propósito de atacar Valencia y Aragón.

Luis XIII nombró entonces un Virrey Francés y llenó la administración catalana de conocidos pro-franceses. El coste del ejército francés para Cataluña era cada vez mayor, y mostrándose cada vez más como un ejército de ocupación. Mercaderes franceses comenzaron a competir con los locales, favorecidos aquellos por el gobierno francés, que convirtió a Cataluña en un nuevo mercado para Francia. Todo esto, junto a la situación de guerra, la consecuente inflación, plagas y enfermedades llevó a un descontento que iría a más en la población, consciente de que su situación había empeorado con Luis XIII respecto a la que soportaban con Felipe IV.

La Conspiración de Andalucía[]

Gaspar Pérez de Guzmán y Sandoval-0

Gaspar Pérez de Guzmán y Sandoval.

La Conspiración de Andalucía es la denominación historiográfica de una conspiración que tuvo lugar en Andalucía en 1641. Se sitúa el contexto de la denominada Crisis de 1640, la coyuntura política más crítica de todo el Siglo XVII. Fue simultánea a la Sublevación de Cataluña y la Independencia de Portugal, con la que está muy vinculada. Estuvo protagonizada por el IX duque de Medina Sidonia y el VI marqués de Ayamonte. La razón más aceptada por los historiadores actuales es una demostración secesionista, siguiendo el ejemplo catalán o el portugués, por el que se pretendía sublevar Andalucía contra el rey para instaurar en ella una monarquía en la persona del citado duque.

  • Gaspar Pérez de Guzmán y Sandoval, IX duque de Medina Sidonia, era el líder de la Casa de Medina-Sidonia, depositaria del ducado más antiguo de la nobleza de la corona castellana, poseedora de vastos señoríos en el Reino de Sevilla y pequeños en el de Granada, la mayor fortuna de Andalucía y una de las mayores del Reino de España. A la muerte de su padre en 1636, Gaspar se convirtió en Duque de Medina Sidonia a los treinta y tres años y estando casado con su tía Ana de Guzmán. Al asumir la jefatura de la casa, Gaspar pasó a ocupar la Capitanía General de la Mar Océana y Costas de Andalucía, lo que le convertía en el responsable militar de un amplio espacio geográfico que iba desde la desembocadura del Guadiana hasta el Estrecho de Gibraltar. Su hermana Luisa de Guzmán había contraído matrimonio con el Duque de Braganza en 1632.

Pese a la inmensa fortuna familiar, las finanzas de la casa pasaban por hondas dificultades, pues sobre ellas pesaban numerosas hipotecas. A esto se unía el gran lujo con que el anterior duque había agasajado a Felipe IV en el coto de Doñana durante la visita que el monarca realizó al Reino de Sevilla en 1624 y el elevado tren de vida llevado por Gaspar Alonso en la corte de Madrid en vida de su padre.

  • Francisco Manuel Silvestre de Guzmán y Zúñiga, VI marqués de Ayamonte, era cabeza de la Casa de Ayamonte, una de las ramas menores de la Casa de Medina-Sidonia. Nacido en 1606, era el titular de un señorío pobre en comparación con los de "su primo". Su prodigalidad le llevó a tal grado de endeudamiento, que la administración de sus rentas fue asumida por el Consejo de Castilla en 1636.

La conspiración independentista de Andalucía estuvo íntimamente unida a la Sublevación de Portugal, ya que al parecer se apoyaron la una en la otra: la Conspiración de Portugal fue en Diciembre de 1640 y la andaluza se dio en el verano de 1641, casi al mismo tiempo que la Sublevación de Cataluña.

Ayamonte avisó a Juan de Braganza, de la operación que España tramaba para recuperar Portugal y que, a su vez, el Rey portugués prestó todo su apoyo a Medina-Sidonia y Ayamonte para conspirar contra el Rey de España, aunque especialmente contra el Conde-Duque de Olivares, ya que su ejército estaba destrozado y contaba con pocos medios.

En 1640 la Sublevación en Portugal explotó. En esta ocasión, los nobles portugueses que combatieron contra el primer intento secesionista mataron a Miguel de Vasconcelos, apresaron a la Virreina y coronaron al Duque de Braganza en Évora como Juan IV de Portugal, iniciándose con él la Casa Real de Braganza.

Escudo de la Casa de Medina-Sidonia

Escudo de la Casa de Medina-Sidonia

El 1 de diciembre de 1640, Felipe IV y el Conde-duque empezaron a preparar la Reconquista de Portugal desde la Raya. Para ello encomendaron al Duque de Medina Sidonia la capitanía general de un ejército que debería atacar a los rebeldes. Con tal propósito el duque se trasladó a Ayamonte, donde instaló su cuartel general y dio órdenes para que se concentrase un ejército de 10.000 hombres, procedentes de diferentes puntos de Andalucía. Sin embargo dicha concentración se realizó con lentitud desesperante y el duque rechazó las tropas enviadas por el asistente de Sevilla García Sarmiento de Sotomayor, alegando que "en este ejército faltan diversas cosas para formarse que se han de proveer de Madrid" y sólo aceptó trescientos hombres para guarnecer la frontera.

A pesar de esto, en los planes del duque no entraba atacar a los portugueses, pues habían convertido en Reina a su hermana Luisa de Guzmán. Su aparente pasividad en la formación del ejército hizo que se comenzara a sospechar de su actitud, surgiendo rumores de que conspiraba contra el rey preparando un plan para sublevar Andalucía. Parece ser que la primera idea del levantamiento partió del Marqués de Ayamonte, quien se relacionaba con el Duque a través de una serie de contactos. En el presunto plan se contaba con el apoyo de Portugal y con la colaboración de las flotas de Francia y Holanda.

Las sospechas que pesaban sobre los guzmanes hicieron que en el verano de 1641 se mandara un enviado especial de Madrid, Antonio de Isasi, con el objetivo de descubrir la conspiración, pero no logró encontrar nada de información, transmitiendo esta información sobre Andalucía a Felipe IV, o sea, nada. Con el estallido de la Sublevación de Cataluña los castellanos descentraron su atención de Andalucía, que declaró su independencia el 22 de Septiembre, proclamando el Reino de Andalucía bajo el gobierno del Duque de Medina Sidonia como Gaspar I de Andalucía.

El Desarrollo de la Crisis[]

Iberia 1644

El mapa de la Península Ibérica en 1644 con los países insurgentes y las ocupaciones territoriales de los mismos.

Fue el periodo comprendido entre 1642 y 1648; Portugal, Cataluña y Andalucía se mantuvieron como países independientes ayudados principalmente por Francia y los Países Bajos. La Guerra se da en Iberia durante todo el tiempo, aunque también las batallas navales eran frecuentes e incluso luchas en América, sobre todo por parte de neerlandeses y portugueses. El planteamiento del conflicto cambió cuando en 1645 Austria decidió entrar en ayuda de la Casa de Austria Española, atacando desde la retaguardia a Francia que no se esperaba esta ofensiva.

Con la entrada de Austria, las cosas se pusieron difíciles para los rebeldes y en ese momento, el Rey de Francia hizo una llamada al Imperio Otomano para que acudiera en su ayuda contra Austria, a lo que el sultán accedió a cambio de recibir grandes compensaciones económicas. Con la entrada de estas dos grandes potencias a la guerra, el escenario en 1646 se dividió en cuatro sectores: el primero y más relevantes era Iberia, en el que los rebeldes y sus aliados franceses luchaban contra las fuerzas españolas; el segundo era el Camino Español, donde los franceses, con ayuda neerlandesa luchaban para resistir a los austriacos en la frontera; los Balcanes y el Este de Austria eran los añadidos más recientes, y en dichas zonas, los otomanos arremetían con todo para presionar a los austriacos por la espalda; y finalmente tenemos América, en el Caribe se daban constantes luchas navales entre los luso-neerlandeses y españoles y en Sudamérica había ciertas refriegas entre los colonos de las tres naciones.

Campañas Militares Principales[]

Campaña de Iberia[]

Tras el alzamiento de Portugal, Cataluña y Andalucía entre 1640 y 1641 España se encontraba rodeada de enemigos: por el oeste, Juan IV de Portugal luchaba con fiereza, centrándose en ocupar Galicia, que reclamaba para sí, las fuerzas españolas en dicho frente eran numerosas, pero no superaban la cantidad de los portugueses, que ganaban batalla tras batalla en sus territorios y fuera de ellos; en el sur estaba el principal aliado de Juan IV, el Duque de Medina Sidonia, conocido como Gaspar I de Andalucía, con las tropas españolas en Aragón y Galicia tenía vía libre para ocupar el sur, allí se aseguró de que la población y la nobleza andaluza apoyasen su causa, además de que avanzó hacia el este para tomar la región de Murcia, y por el norte para tomar Extremadura; finalmente estaba el frente del norte, allí Cataluña y Francia luchaban para reducir a los españoles totalmente.

Luis XIV de Francia

Luis XIV de Francia en el frente de Navarra.

El Conde-duque de Olivares estaba asentado en Aragón, región en la cual aplicó una gran represión y obligó a las cortes del lugar a ceder hombres y masivas cantidades de dinero para luchar a los franceses, quienes se colaban por Navarra y el País Vasco, ocupando dichas regiones. Y tomando como principal potencia de la región a Francia, el rey Luis XIV mandó una misiva a Miguel de Iturbide, Diputado de las Cortes de Navarra y enemigo del Virrey español en la región, para que se uniese al bando rebelde a cambio de obtener las regiones del Reino de Navarra y el Señorío de Vizcaya si tras la independencia concedían vasallaje a Francia. El diputado navarro aceptó ceder apoyo a Francia en Octubre de 1644 y buscó apoyos en la población y militares navarros que formaron una milicia de unos 2.000 hombres para alzarse el 12 de Mayo de 1645. Felipe IV se encontraba cada vez más alarmado y temía que en otras regiones del reino se pudiesen generar movimientos separatistas, especialmente en León, Aragón y Valencia, donde hubieron grandes persecuciones de nobles que fueron encarcelados y ejecutados, quizá el caso más destacado fue el de don Rodrigo de Silva Mendoza y Sarmiento, V duque de Híjar que fue acusado de conspirador por intentar alzar en armas Aragón.

A todo esto, Cataluña estaba cada vez más descontenta con la guerra y la popularidad del Presidente Josep Soler disminuía por momentos, presionando a la Generalidad de Cataluña a pactar una rápida paz con España. Las clausulas no eran desmesuradas, ya que los catalanes simplemente solicitaban la independencia del Condado de Barcelona y compensaciones económicas, pero el Conde-duque de Olivares se negaba a esto, preparando a sus fuerzas en Aragón para arremeter por segunda vez contra Barcelona. Los catalanes contaban con menos y menos apoyo francés puesto que a pesar de que Luis XIV era Conde de Barcelona, el monarca había gastado demasiados recursos en defender la región y no rentaba luchar mucho más por ella. Esto supuso que se depusiera al Rey francés del Condado de Barcelona y se instaurase la República de Cataluña con Josep Soler como Presidente Vitalicio.

Mapa de la República de Cataluña

Mapa de Cataluña tras el Tratado de Llobregat.

El 20 de Febrero de 1646 ocurre la Batalla de Barcelona, donde las fuerzas rebeldes catalanas de unos 5.000 soldados combaten contra los 15.000 soldados de las fuerzas españolas, comandadas por Pedro Fajardo y Pimentel. La Batalla acaba en una victoria rotunda catalana perdiendo los españoles unos 1.000 hombres frente a las 30 o 40 bajas catalanas. Ésto reabre las negociaciones entre Josep Soler y Felipe IV, quienes el 11 de Marzo de 1646 firman el Tratado de Llobregat bajo el cual Felipe IV reconocía la independencia de Cataluña y firmaba una tregua de 50 años.

A pesar de que Cataluña se había retirado de la guerra, el Tratado firmado por los españoles aumentó considerablemente los ánimos para el resto de facciones rebeldes: Portugal, Andalucía y Navarra; quienes veían cada vez más cerca la posibilidad de obtener su tan ansiada independencia.

La Guerra en el Camino Español[]

Igual que en Iberia las cosas iban bien para los rebeldes y franceses, no ocurría lo mismo en el este de Francia. Desde 1645 las tropas de los Habsburgo (tanto españoles como austriacos) luchaban contra los franco-neerlandeses, y en muchas de esas batallas la victoria iba para el enemigo dada su enorme superioridad numérica. Los españoles llegaron a ocupar el Ducado de Milán, que era un Vasallo de Francia desde la Guerra de Esmalcalda y también los territorios de la Borgoña francesa.

Sultán Ibrahim I

El Sultán del Imperio Otomano Ibrahim I "el Loco".

Esta situación favorable a los españoles cambió en 1646, sólo un año después de que Austria entrase en la guerra puesto que el Sultán Ibrahim I se había aliado a los franceses con tal de obtener poderío frente a los austriacos y reducir el poder del Sacro Imperio Románico Germánico, dándole ayuda para una conquista futura de Hungría. Tras la retirada de este frente de los austriacos, los españoles comenzaron a perder territorio frente a los franco-neerlandeses y ya para 1647 habían recuperado los territorios perdidos y no quedaban españoles en el norte para defender los territorios de allí.

La Campaña de los Balcanes[]

Tras la entrada de Austria, habían comenzado una serie de negociaciones entre franceses y otomanos, ambos tenían interés en desmembrar a Austria y reducir la influencia del Sacro Imperio Románico Germánico, por lo que el Sultán Ibrahim acabó accediendo a dar ayuda a los rebeldes españoles y entró a la guerra junto con todos los principados que dependían de él (Moldavia, Valaquia, Transilvania y el Kanato de Crimea). De esta manera, los turcos formaron un ejército de unos 120.000 soldados que avanzaron implacables hacia el norte, dirección a Viena, aprovechando que los austriacos tenían la mayoría de sus tropas en el frente francés.

Fernando III de Habsburgo

El Emeprador Fernando III de Habsburgo

Aunque los húngaros (participando en favor del Sacro Imperio) opusieron una dura resistencia, no tenían tropas suficientes para detener a la horda del sur que se les venía encima, y en poco más de dos meses estaban en las cercanías de Viena, preparando la artillería para el asedio de la capital imperial. Fernando III trató de huir, pero unas patrullas Sipahis le capturaron y llevaron ante el sultán que tomó al emperador como prisionero de guerra, trasladándolo a Constantinopla. Desde allí, el sultán, junto con los franceses pactó el Tratado de Constantinopla, obligando al Emperador a salir de la Guerra y romper su alianza con España por al menos 50 años y pagando reparaciones de guerra a Francia, las Provincias Unidas y especialmente al Imperio Otomano; todo eso a cambio de la liberación de Fernando III y la retirada de las tropas enemigas de territorios imperiales. El tratado fue firmado el 14 de Diciembre de 1647.

La Guerra en las Américas[]

Mapa de la Crisis de las Españas 1648

Mapa de América tras el alzamiento de Andalucía.

Aunque el escenario principal de la guerra se encontraba en Europa, en América hubieron una serie de grandes batallas navales entre: neerlandeses, portugueses y españoles; además de que tras llegar noticias de los disturbios de Andalucía, Cataluña y Navarra, pobladores de las colonias con orígenes en las regiones mencionadas anteriormente se alzaron en armas contra el dominio de los castellanos en las colonias.

Aunque muchos de esos alzamientos fueron acallados, sobre todo en Nueva España y Río de la Plata; sin embargo, en el Nuevo Reino de Granada, Castilla del Oro, la Provincia de Venezuela, las Provincias Coloniales de Popayán y Quito y las islas del Caribe los andaluces tomaron el poder, jurando lealtad al Rey Gaspar I. Con dicha ocupación, los rebeldes obligaron a las Reales Audiencias de Santafé y Quito a aceptar la soberanía andaluza.

En el caso de las batallas navales, los lusos tuvieron ciertas victorias frente a los españoles en la costa de Brasil, pero aun así, los barcos de las compañías comerciales neerlandesas abatían barcos portugueses ignorando la tregua entre ambos países, lo que suponía una debilidad constante ante los españoles para los rebeldes.

Las Revueltas de Masaniello[]

El 7 de Julio de 1647 comenzaron una serie de disturbios en Nápoles guiados por el ejemplo del alzamiento siciliano de Mayo. El principal detonante fue el nuevo impuesto sobre la fruta que hizo que en la fecha nombrada anteriormente hubiesen disturbios entre vendedores de fruta locales y las autoridades aduaneras, que fueron forzados a huir mientras la oficina de aduana era quemada. Los alborotadores entonces se encaminaron hacia la ciudad y una vez allí dirigieron sus pasos hacia el palacio del Virrey Rodrigo Ponce de León, duque de Arcos, quien tuvo que huir.

Masaniello

Masaniello

Masaniello intentó castigar a la muchedumbre y refrenar sus instintos vandálicos, y en cierta medida lo consiguió; ataviado con el traje tradicional de pescador, dio audiencias y administró justicia desde un andamio de madera fuera de su casa. Varios alborotadores, incluyendo al Duque de Maddaloni, un opositor del virrey, y su hermano Giuseppe Caraffa fueron condenados a muerte por él y ejecutados.

La muchedumbre, que cada día obtenía más armas y se hacía más intratable, aterrorizó la ciudad, y eligió a Masaniello Capitán General; la rebelión se extendió también a las provincias. Finalmente, el virrey, cuyas negociaciones con Masaniello con frecuencia eran interrumpidas por los tumultos, terminó por conceder todas las exigencias de los rebeldes. El 13 de julio de 1647, con la mediación del Cardenal Ascanio Filomarino, arzobispo de Nápoles, fue firmado un pacto entre Arcos y Masaniello como por el cual la rebeldía sería perdonada, los impuestos más opresivos eliminados, mientras que a los ciudadanos se les concedieron ciertos derechos como el de permanecer en armas hasta que el tratado fuese ratificado por el Rey de España.

La gente le siguió obedeciendo a Masaniello durante algunos días hasta que fue abandonado por sus mejores amigos, que se acercaron al partido español. Fue asesinado mientras arengaba a una muchedumbre en el mercado el 16 de julio de 1647; le cortaron la cabeza que llevaron al virrey, mientras que su cuerpo fue enterrado fuera de la ciudad. Pero al día siguiente la población, enfadada por la alteración de las medidas para pesar pan, se arrepintió de su insana furia, y el cuerpo de Masaniello fue desenterrado, ofreciéndole un magnífico entierro en el que incluso estuvo representado el propio virrey.

La Revuelta de Masaniello fue inicialmente una protesta contra la carestía de alimentos y la alta presión fiscal debida a las necesidades bélicas. De hecho el grito de la revolución fue "Viva el Rey y muera el mal gobierno". Masaniello además declaró varias veces su fidelidad al Rey Felipe IV de España.

Nuevas Facciones en la Guerra[]

Aproximadamente por 1648, los bandos sublevados se encontraban cerca de obtener su independencia pero hubo en ese año una nueva oleada de alzamientos, incitados por el descontento popular ante las medidas represivas de Castilla, la aguda crisis económica que sufría el reino y el miedo de los nobles a las ejecuciones en masa de 1646.

Aragón[]

Escudo del Ducado de Híjar

Tras las persecuciones de nobles y campesinos realizadas por la región durante 1645 y 1646, los estamentos de la Corona de Aragón se encontraban descontentos con la administración de Felipe IV de España y de su valido el Conde-duque de Olivares, lo que hizo que durante 1647 se formase una conspiración en contra del virrey de la región, Francisco de Melos.

El Virrey, bastante negligente en los aspectos políticos y militares no se percató de las negociaciones entre Carlos Padilla y el Duque de Aliaga, Jaime Francisco Victor Sarmiento de Silva Fernández de Híjar; en las cuales, ambos buscaban la proclamación de la Corona de Aragón como un nuevo reino independiente. Los franceses vieron en la rebelión del Duque de Aliaga una nueva oportunidad de extender su influencia por Iberia, por tanto prepararon un contingente en Pamplona (capital del autoproclamado Reino de Navarra) para avanzar sobre Zaragoza y ocuparla, aprovechando el efecto sorpresa de una sublevación inesperada y además, poder capturar al Conde-duque que tanto trabajo había dado en la frontera a los ejércitos de Luis XIV.

El 5 de Diciembre de 1648, coincidiendo con la fecha de ejecución de Carlos Padilla, acusado de conspirador y aliado de los franceses, el Duque de Aliaga junto con varios miles de campesinos aragoneses se alzan en contra de Felipe IV, pillando por sorpresa al monarca y a su valido, éste último es capturado cuando huía de Huesca, que era el cuartel general de los españoles para coordinar el frente contra Francia. Esta serie de rebeliones se extendió desde Teruel hacia Zaragoza e incluso los territorios de Valencia, en los cuales los andaluces luchaban contra los españoles y se vieron auxiliados por los campesinos valencianos en la Batalla de Torrevieja.

León[]

El caso de León es diferente al de Andalucía, Aragón o Navarra y más parecido al de Portugal; o sea, la búsqueda de la reinstauración de un reino histórico. Con la independencia de la República de Cataluña en 1646, muchas de las rebeliones que empezaron como levantamientos de nobles adquirieron carácter nacionalista y en el caso del VIII Conde de Luna, Juan Francisco Alonso Pimentel y Ponce de León, éste decidió que el renacimiento del histórico Reino de León era una causa legítima para alzarse y obtener el poder en la región, por lo que, a través de varias misivas pactó con Juan IV de Portugal una alianza a través de la cual, ambos se comprometían a luchar contra Felipe IV hasta obtener la independencia de ambos reinos.

Juan Francisco Pimentel y Ponce de León

Rey Juan Francisco Pimentel y Ponce de León

Para el momento del levantamiento leonés (el 12 de Mayo de 1649), España, ahora reducida a poco más que Castilla a penas tenía hombres y el estado se encontraba en la bancarrota total, lo que produjo que durante la proclamación del Reino de León a penas hubiesen batallas a excepción de la de Zamora y del Asedio de Oviedo.

El caso de la provincia de Zamora era un caso especial ya que, la población del lugar mantenía su fidelidad a Felipe IV de España, pero los leoneses reclamaban la región como territorio histórico de su reino junto con Asturias y Salamanca; por otro lado estaba Portugal, que mantenía reclamaciones en varios territorios fronterizos y tenía bajo ocupación la región de Sanabria, al noroeste. Aun así, el rey luso y el leonés pactaron, cediendo la totalidad de la región al Conde de Luna pero aun así, luchando juntos contra los levantamientos campesinos a favor del Rey Felipe.

En la ciudad de Salamanca se produjo un alzamiento de burgueses, nobles y clérigos que proclamaban lealtad a Francisco I de León.

Mapa Iberia - 1649

Mapa de la ocupación de Iberia a mediados de 1649, tras los alzamientos de León y Aragón.

Nápoles y Sicilia[]

Enrique de Guisa

Enrique de Guisa

Tras la muerte de Masaniello había un gran descontento por las calles de Nápoles que degeneró en nuevas revueltas contra el Virrey Juan José de Austria, que había logrado detener la revuelta inicial del rebelde Masaniello. Aun así, el territorio peninsular de España estaba demasiado degenerado lo que supuso que se mandase una flota con tropas hacia las costas de Alicante, pero estas serían derrotadas por los andaluces y valencianos rebeldes al desembarcar.

Sin a penas tropas en Italia el alzamiento realizado por el escopetero Gennaro Annese es un éxito y se obliga a Juan José a huir de Nápoles dirección a Roma, pronto los napolitanos buscaron al francés Enrique de Guisa para confiarle el mando del nuevo estado .El 15 de noviembre de 1647, el duque llegó a Nápoles y se hizo con las riendas de la República, convirtiéndola en un Protectorado Francés. A la par que la segunda revuelta ocurría en Nápoles, en Sicilia los campesinos también se alzaban y en 1648 se proclamaba la unión de la isla a la República de Nápoles.

Desenlace[]

Aunque el Rey de las Españas Felipe IV quería mantener su lucha, Castilla estaba imposibilitada ya, y no había manera de recuperar lo perdido. Aunque tanto los rebeldes como los españoles habían perdido inimaginables cantidades de tropas, los sublevados superaban con diferencia a los españoles en todos los frentes y poco a poco el monarca fue cediendo a las demandas de sus enemigos, perdiendo un imperio de un siglo en diez años. Esto sería una marca de desolación total para Castilla, que pasaría el resto del S. XVII y S. XVIII recuperándose del duro golpe económico, militar, social y de prestigio.

Bandera del Reino de Navarra

Bandera del Reino de Navarra.

Tratado de Pamplona[]

Posterior a la independencia de Cataluña, el segundo estado en recibir su independencia fue Navarra, que firmó el Tratado de Pamplona en el cual, Felipe IV reconocía la independencia del Reino de Navarra, gobernado por Miguel de Iturbide, y que tendría como territorios el histórico Reino de Navarra y el País Vasco.

Fue firmado el 20 de Octubre de 1649.

Tratado de Zaragoza[]

Fue firmado prácticamente al mismo tiempo que el Tratado de Pamplona, el 13 de Noviembre de 1649. Este tratado reconocía la independencia de la Corona de Aragón, que tendría los territorios de Aragón, Valencia (con las Baleares) y Cerdeña; cada uno con sus propias cortes y en el caso de la isla mantendría su Virrey.

Bandera de valencia cataluña

Bandera de la Corona de Aragón, en la que se ve una clara influencia de Valencia; todo esto por la ayuda del campesinado valenciano en la independencia.

También, este tratado suponía la salida de la guerra de Francia, a la que Castilla tendría que pagar millones de ducados como reparaciones de guerras, cosa que el estado nunca llegaría a pagar puesto que ni a los prestamistas del estado se les podía devolver el dinero. También se otorgó a Francia la isla de La Española (Hispaniola).

El conde-duque de Olivares fue liberado por Francia y éste volvió a la Corte castellana, pero nunca recibió del Rey Felipe IV la misma confianza que tenían antes. El valido incitó al monarca a seguir con la guerra, y le hizo caso hasta la última derrota militar del país en la Batalla de Tordesillas, donde un ejército formado por soldados leoneses y portugueses y liderado por el monarca Francisco I de León aplastó a las fuerzas castellanas de la localidad.

Tratado de Ámsterdam[]

Mapa de América - Tratado de Amsterdam

Mapa de América tras los tratados de Ámsterdam, Zaragoza y el Pacto de Brasil.

Fue un tratado firmado entre las Provincias Unidas y Castilla el 30 de Enero de 1650 a través del cual Felipe IV reconocía la independencia de las Provincias Unidas de los Países Bajos y su soberanía en las colonias americanas (incluyendo las Bahamas, que pasaron a ser neerlandesas).

Pacto de Brasil[]

Aunque es un tratado diferente al de Ámsterdam se los suelen asemejar ya que fue un pacto de paz firmado con el Reino de Portugal sobre los territorios de Nueva Holanda en Brasil, los cuales habían sido una guerra constante entre ambas potencias coloniales desde 1588.

Tratado de Benavente[]

Fue el tratado firmado por Francisco I de León, Juan IV de Portugal y Gaspar I de Andalucía con el Rey de Castilla Felipe IV. Sin lugar a dudas es el más importante de la Guerra puesto que puso fin a la misma y se pactó la paz con tres de las facciones rebeldes, las más relevantes y las últimas en Iberia, dejando un conflicto sólo con los neerlandeses y napolitano-sicilianos.

Mapa de América - Tratado de Benavente

Mapa de América en 1651, tras la Crisis de las Españas y la Rebelión Irlandesa.

Andalucía[]

  • El Rey Felipe IV reconocería la independencia del Reino de Andalucía, en el cual reinaría Gaspar I, de la Casa de Medina Sidonia.
  • Se le otorgarían de esta manera los reinos de Sevilla, Córdoba, Jaén, Granada y Murcia.
  • Se entregarían todas las Plazas Fuertes Españolas del Norte de África al Reino de Andalucía, las Islas Canarias también pasarán a ser posesión andaluza.
  • Se darían los territorios de las Raales Audiencias de Santafé y Quito al Reino de Andalucía junto con todas las islas caribeñas a excepción de Cuba.

León[]

  • El Rey Felipe IV reconocería la independencia del Reino de León, en el cual reinaría Francisco I, de la Casa de Pimentel.
  • Se otorgarían los siguientes territorios al Reino de León: Asturias, León, Zamora, Salamanca y Cáceres.
  • Se entregaría el Nuevo Reino de León y Nueva Extremadura a León en América. Aun así, estos territorios quedarían bajo ocupación novohispana, que se negaría a reconocer la soberanía leonesa en la región.
Mapa Iberia - 1651

Mapa de Iberia tras la firma del Tratado de Benavente el 12 de Octubre de 1651.

Portugal[]

  • El Rey Felipe IV reconocería la independencia del Reino de Portugal, en el cual reinaría Juan IV, de la Casa de Braganza.
  • Se le entregaría además el Reino histórico de Galicia.
  • Se reconocería la soberanía portuguesa en sus colonias americanas, africanas y asiáticas.

Tratado de Nápoles[]

Fue el último tratado de paz firmado por los castellanos; y en este caso fue con los napolitanos. Desde la proclamación de la Serenísima República de Nápoles, Juan José de Austria había intentado atacar desde Roma con mercenarios pontificios, pero ninguna de sus campañas había triunfado, tanto por la fiera defensa del territorio por los napolitanos como por las guarniciones francesas enviadas para defender su protectorado.

El 20 de Noviembre de 1651 se firmó definitivamente entre Felipe IV y Enrique de Guisa el tratado por el cual se reconocía la independencia de Nápoles, dando fin a la Guerra en Italia y también a la Crisis de las Españas durante la Crisis de 1640.

Consecuencias[]

Claro que la más importante fue la desaparición del Imperio Español, pero esto generó muchos cambios en todo el globo. De primeras, la propia España quedó partida en pedazos, Castilla fue su "heredera" pero sólo mantuvo los virreinatos más importantes del Imperio, con Nueva España y Perú, en América y Filipinas en Oceanía; aunque con el tiempo esto sería insostenible por la falta de una flota aceptable con la que recibir los recursos o enviar tropas a los territorios de ultramar.

Castilla también se mantuvo en una crisis absoluta de la que no se volvería a recuperar y que sus nuevos vecinos sabrían aprovechar e incluso agravar a lo largo del tiempo; por ejemplo León mantuvo su interés en Extremadura y Cantabria lo que generaría una futura guerra contra su vecino. Portugal y Andalucía mantenían sus intereses coloniales, además de que el último tendría un gran interés en extenderse por el norte de África, siendo su "obsesión" la de dominar totalmente el Estrecho de Gibraltar.

Aragón mantendría su interés en recuperar el dominio del Mediterráneo Oeste y también conquistar Cataluña, lo que generaría una gran rivalidad entre ambos países. Y respecto a Cataluña, tendría problemas ya no sólo le amenazaban desde el oeste, sino también por el norte, teniendo a Francia con grandes intereses en el Rosellón.

Navarra tendría un destino turbulento, ya que Miguel de Iturbide moriría sin herederos, lo que Castilla vio como una oportunidad para recuperar la región, pero a la vez generaría un enfrentamiento con Francia, que tenía la intención de imponer su dominio en la zona. Y Francia, tras la desaparición del Imperio Español y la destrucción de Inglaterra quedó con un único rival en el plano de Europa, Austria, que pasaría por malos momentos debido a los ataques a su Imperio por todos los flancos.

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